
Estamos en uno de esos momentos en que los radicales, o muchos de nosotros, nos encontramos con una extraña sensación de incertidumbre en cuanto al rumbo a seguir, situación que aunque ciertamente no es la primera vez que ocurre en la historia, no deja de tener enorme importancia.
Venimos de un acuerdo con el Pro, en su momento decidido por la mayoría de los convencionales en Gualeguaychú, que se prolongó en el tiempo y que se ha respetado más allá de los roles. Las últimas P.A.S.O. condujeron a un corte horizontal que incluyó a miembros de ambos partidos en cada uno de los espacios postulados. A diferencia de las elecciones legislativas 2021 a nivel provincial, en que las aguas se dividieron claramente, esta vez la elección nos encontró divididos. Algún desacuerdo, la falta de liderazgos claros, contribuyeron a una situación que muchos sufrimos. Más allá del fenómeno Milei, la elección estuvo por debajo de las expectativas y por encima de los resultados del comicio, muchos nos sentimos invadidos por una sensación de cierto extravío ideológico que suponemos y pretendemos temporal.
Como decimos, no es la primera vez que ocurre; les pasó a muchos durante el cuarto de siglo que hubo que esperar entre la creación de la U.C.R. y la posibilidad de consagrar su primer presidente; la abstención revolucionaria generó dudas en muchos, la posición a tomar ante las condiciones impuestas por el gobierno de facto de Uriburu, las divisiones entre personalistas y antipersonalistas, entre unionistas e intransigentes, entre los del Pueblo y los nuevos intransigentes, la postura ante la irrupción y la proscripción de Perón, y en fin, la acción luego de cada dura derrota poblaron a la historia radical de momentos de crisis. Modestamente, creo que estamos ante otro, del que hay que proponerse salir prestamente.
¿Cómo se sale de una crisis como la del presente? Las respuestas suelen ser más complejas que las preguntas. Sin embargo, quizás la primera línea nos la proporcione escuchar a la gente, a los afiliados y simpatizantes. Por todas partes suena un pedido de “elevar” el perfil radical, volver a reconocernos como el partido político que somos, aspirar a recuperar protagonismo sin aceptar papeles “de reparto”, valorizar nuestros espacios de encuentro, trabajar para generar candidatos propios, retornar a abrevar en algunas de nuestras ideas fundamentales, y, en todo caso, analizar la posibilidad de unirse a otras fuerzas para enfrentar una elección en el momento en que esa situación llegue, no ahora. Volver a abrevar en el radicalismo modernizando lo que haya que modernizar, trabajando en una propuesta equilibrada que escape del viaje pendular entre un populismo que ya ha fracasado y un imaginario movimiento libertario que no dialoga, agrede y castiga, sin percibir la distancia que existe entre la libertad proclamada y sus acciones concretas. Entre ambos sitios extremos, plenamente demagógicos, tiene que haber espacio para una propuesta que represente las banderas de la U.C.R.
Para posibilitar ese fortalecimiento, sin demasiada ayuda de medios como puede preverse, resulta central una actitud reflexiva de quienes integramos este partido, la búsqueda de diálogo permanente, la necesidad de resignar viejas divisiones y trabajar en mensajes, propuestas y posturas compartidas, en unificar ese mensaje todo lo posible y hacerlo claro; si continúan prevaleciendo las divisiones internas el futuro es muy complejo, y es casi seguro que ninguna parcialidad ganará más que una ocasional disputa sin proyección alguna.
– Pablo Zubiaurre –
Habrá tiempo para definir candidatos a lo que sea, para los que seguro habrá más de una opción, eso es natural. Hay tiempos para cada cosa, pero hoy, es necesario en principio, retener a nuestros correligionarios, evitar su diáspora, ofrecerles una identidad en la que puedan reconocerse y se les vuelve vital para sobrevivir. Eso están pidiendo los y las radicales, o muchos de ellos. Las disputas dirigenciales, muchas veces ideológicamente inconsistentes, deberían esperar una mejor oportunidad.
Hoy es tiempo de poner el hombro, acercar posiciones, reencontrarnos en nuestros sitios, embanderarnos con la “blanca y roja” y llevar nuestra tolerancia interna al máximo. La sociedad debe “volver a vernos”, y debe hacerlo en las cosas buenas que podemos hacer sin dudas, en nuestras buenas administraciones, y en un mensaje que sea reconocible con facilidad. Más radicalismo, parecería ser la consigna.
Las realidades provinciales y municipales no son todas iguales, y en algunos de estos lugares la identidad está mejor definida, señal inequívoca de que se puede. La Provincia de Buenos Aires, necesita encaminar su acción hacia un radicalismo más potente. Los acontecimientos acercan cada día al Pro con el Gobierno. El final del viejo “Juntos por el cambio” parece acercarse. Quizás llegó la hora de volver a las fuentes. Depende de nosotros.
Pablo Zubiaurre
Profesor de historia y escritor
Exintendente de Ayacucho
Miembro de la Mesa Comité Provincia UCR