
Un día como hoy, en 1945, se reunieron jóvenes dirigentes radicales de todo el país para para alumbrar la Declaración de Avellaneda. Conscientes de la necesidad de dar respuesta renovada al nuevo escenario político y social que produjo el proceso de industrialización
El texto brindó base ideológica y contención a generaciones de dirigentes que -meses más tarde- forjarían el Movimiento de Intransigencia y Renovación (MIR), opuesto al unionismo.
“Toda la historia del país es el resultado de una lucha de corrientes populares progresistas, movidas por un profundo ideal de superación, contra oligarquías retardatarias de las grandes realizaciones que debían hacer del hombre argentino un hombre verdaderamente libre”, aseguraron.
“La doctrina no fue fruto de elaboraciones teóricas, sino la resultante de una larga y dolorosa lucha para instaurar una democracia política, económica y social”, agregaron.
Señalaron las bases inconmovibles:
– Soberanía popular como fundamento de las instituciones.
– Libertad y derechos de la persona como exigencia de toda estructura social y moral.
– Personalidad de la Argentina frente al mundo.
– El hombre como un ser que no puede desarrollarse sino en el clima moral de la libertad.
“En lo político, afirmamos el régimen republicano, representativo, federal y parlamentario, fundado en el voto secreto, universal y obligatorio, con exclusión de toda forma corporativa que intente sustituir la voluntad nacional que reside en el pueblo”, añadieron.
“La tierra será para los que la trabajen, individual o cooperativamente, dejará de ser un medio de renta y especulación (…) y la producción agraria será defendida de la acción de los monopolios y de los acaparadores”, subrayaron.
Propusieron la “nacionalización de todas las fuentes de energía natural, de los servicios públicos y de los monopolios extranjeros y nacionales que obstaculicen el progreso económico del país”.
“Libertad de inmigración para todo extranjero útil, que venga a radicarse en nuestras tierras”, propugnaron.
“El Estado ofrecerá a través de una enseñanza gratuita y laica en todos sus ciclos, la posibilidad de que hasta el hombre más humilde tenga acceso a una educación integral”, añadieron.
Enfatizaron que “la soberanía externa carece de significado trascendente sin la vigencia de la plena soberanía popular interna, pues para invocar ante el mundo los derechos del país, se necesita representar la voluntad del pueblo, que es la expresión viva de la Nación”.
Firmaron, entre muchos otros, Oscar Alende, Armando Antille, Ricardo Balbín, Arturo Frondizi, Arturo Illia, Crisólogo Larralde, Moisés Lebensohn y Francisco Rabanal.
Rodrigo Estévez Andrade
Licenciado en Periodismo