Mucho se ha hecho, durante las últimas décadas, por la inclusión social de las personas con síndrome de Down. Es innegable que, a través de un valioso trabajo conjunto entre el Estado y distintas organizaciones de la sociedad civil, en varios aspectos se ha mejorado. Pero lamentablemente aún no se ha logrado una inserción plena. Esta realidad, lejos de desanimarnos, debe ser un llamado a estar más atentos, a seguir aprendiendo, a continuar transitando este camino de conocimiento, respeto, integración y mejora de la calidad de vida de la población que padece este síndrome.
En la Argentina, por ejemplo, los atletas con síndrome de Down se encuentran excluidos de los torneos deportivos. Esto significa que hoy no existen competencias que contemplen las características físicas e intelectuales particulares de este síndrome genético y que les permitan participar en igualdad de condiciones a quienes lo padecen. Una situación de lo más injusta: ¿por qué no pueden tener las mismas oportunidades?
Tras haber tomado nota de esta realidad, semanas atrás Maxi Abad presentó en la Cámara de Diputados de la provincia de Buenos Aires un proyecto para que el Poder Ejecutivo, a través de los organismos correspondientes, incorpore en los Juegos Bonaerenses una categoría especial para los atletas con síndrome de Down que les permita participar de todas las disciplinas y competir en forma equitativa.
Para promover y potenciar el deporte para personas con síndrome de Down en la Argentina resulta indispensable que en todos los torneos y competencias locales, regionales, jurisdiccionales y nacionales correspondientes a deportes adaptados y/o paralímpicos se implemente la categoría exclusiva. Ese debe ser el horizonte. Celebramos, en este sentido, la reciente creación de la Federación Argentina de Atletas con Síndrome de Down (FADASD), la primera institución de estas características a nivel mundial, a la que vamos a acompañar en la búsqueda de más inclusión, más equidad y más justicia.
El proyecto que acompañamos propone retomar lo realizado en 2019, cuando por primera vez se implementó en los Juegos Bonaerenses y Juegos Evita presenciales una categoría exclusiva en atletismo (12 años en adelante) y fútbol masculino (15 años en adelante). Los resultados fueron muy positivos y los deportistas pudieron competir con un alto nivel en las finales jurisdiccionales y nacionales, algo que antes no ocurría por una sencilla razón: los atletas quedaban eliminados al competir de forma desleal en una categoría única para discapacidad intelectual frente a deportistas con discapacidad intelectual que no tienen estas limitaciones físicas que tiene el síndrome de Down.
Esta primera experiencia nos llena de esperanza y debe servir de base para que se extienda a todas las disciplinas que hay a nivel internacional y con los rangos de edades correspondientes (sub 14, sub 16 y +17, tanto para modalidad masculina como femenina), tanto en los Juegos Bonaerenses como en los Evita, como así también en todo tipo de torneos y competencias tanto paralímpicas como convencionales que se desarrollen en la Argentina.
Para las personas con síndrome de Down, la actividad física tiene implicaciones decisivas que inciden en su salud, longevidad y productividad. Ellos presentan limitaciones que no se pueden erradicar, pero sí se pueden reducir notablemente a partir de un trabajo interdisciplinario donde la práctica deportiva continua, metódica y planificada cumple un papel primordial. Por eso, la creación de una categoría exclusiva significa más inclusión, pero también una mejor calidad de vida. Hagamos que sea realidad. Es lo que los atletas están esperando.