
Los ochenta resuenan, más que nunca, en la sociedad argentina actual. Distintos motivos podrían explicar esa rememoración: la crisis económica, la polarización, la película “Argentina, 1985″ o los libros de Juan Carlos Torre (“Diario de una temporada en el quinto piso”) y de Pablo Gerchunoff (“Raúl Alfonsín. El planisferio invertido”). Hasta ahora, la UCR permanecía casi como espectadora de esa efervescencia ochentosa. Sin embargo, el sábado pasado en Costa Salguero, realizaron un acto en el que conmemoraron los 39 años del triunfo electoral de Raúl Alfonsín. Evocaron lo que Gerchunoff, en su biografía de Alfonsín, denominó el “momento de la inspiración”. Ese momento, entre la derrota de Malvinas y las elecciones de 1983, en el cual Alfonsín captó el espíritu de época e instauró el consenso democrático. Para traer al presente ese instante mítico, se proyectó en pantalla aquel rezo laico, en el cierre de campaña, en el que Alfonsín recitaba el preámbulo de la Constitución frente a miles de personas.
Ahora bien, lo que se dice en una conmemoración tiene mucho más que ver con el presente de quien conmemora que con el hecho conmemorado. En tal sentido, sirvió para posicionarse dentro de la coalición de Juntos por el Cambio. Al Pro y al radicalismo los divide la historia. O, mejor dicho, sus interpretaciones de la historia. “Nos cuestionan porque somos apegos a recordar nuestra historia. Para homenajear al pasado hay que tener pasado, y nosotros tenemos pasado, lo exhibimos y no lo ocultamos”, así iniciaba su discurso el senador Luis Naidenoff en el acto. Esta declaración podría interpretarse como una respuesta a la negación del pasado exhibida por Mauricio Macri durante su presidencia y, ratificada, en su último libro. Allí describe al justicialismo y el radicalismo como dos fuerzas tradicionales que están cargadas de pasado y al Pro como un partido que nace en rechazo a dicho pasado. A la deshistorización de Macri, el radicalismo respondió con un acto reivindicando el pasado propio y mostrando la importancia de las narrativas para movilizar a la acción y construir una identidad política.
Este duelo por las interpretaciones de la historia nacional al interior de Juntos por el Cambio no es una novedad. En junio, en una conferencia en San Pablo, Macri sostuvo que Hipólito Yrigoyen había sido, junto con “Perón y Evita”, el origen del populismo en la Argentina. En ese momento, Gerardo Morales respondió con una carta abierta acusando a Macri de querer romper la coalición. Este sábado retrucó: “No acepto la descalificación de los que nos dicen populistas”. El pasado radical se convirtió, de esta manera, en una herramienta para dirimir internas políticas.
Además de evidenciar la interna entre los radicales y Macri, el acto puso en evidencia un dilema narrativo que atraviesa a los propios dirigentes de Pro: ¿es preciso filiarse en algún momento de la historia nacional? Mientras que para Macri no hay nada rescatable en ese pasado, la presencia de Horacio Rodríguez Larreta en Costa Salguero pareciera indicar lo contrario. Frente al liderazgo deshistorizado de Macri, Larreta sale en busca de la historia. No queda claro si el pasado al que se filia es el de la Argentina liberal, radical o desarrollista. Capaz todas ellas. Como sea, la historia acerca a Larreta más a los radicales que al líder de su partido.
Por otro lado, en la conmemoración se pudo evidenciar la posición del radicalismo sobre la película del momento, “Argentina, 1985″. En la película, los fiscales aparecen como héroes individuales que, en soledad, llevaron a juicio a los militares. El liderazgo de Alfonsín está completamente desdibujado, como ha señalado Roberto Gargarella en un artículo de Revista Seúl. El acto buscó restituir el rol clave que tuvo la decisión política de Alfonsín de enjuiciar a los militares. Para hacerlo, convocaron a Julián Strassera, el hijo del fiscal Julio Strassera, quien sostuvo que “la democracia se pudo hacer fuerte gracias al valor del doctor Alfonsín quien en soledad y sin el apoyo de otras fuerzas políticas decidió llevar a juicio a las juntas militares”.
Por último, la conmemoración buscó recuperar la concepción alfonsinista de la democracia. Una concepción muy distinta a la que plantea el kirchnerismo, por un lado, y Macri, por el otro. Frente a una idea agonista o polarizadora de la democracia donde el conflicto y las divisiones son la matriz para pensar la política, el radicalismo exhibió una concepción liberal de la democracia. En Alfonsín había una valoración positiva del pluralismo: “los otros” eran vistos como adversarios políticos y no como enemigos. La legitimidad democrática se basaba en la búsqueda de consensos y denominadores comunes mediante la deliberación. En su biografía de Alfonsín, Pablo Gerchunoff lo sintetiza con claridad: “La preservación de los acuerdos fue una regla durante casi toda su vida política: avanzar hasta donde lo permitieran los consensos”. El acto recuperó ese breve paréntesis de unión y encuentro en la historia argentina que nos permite entender la efervescencia actual por los ´80. Una nostalgia por el consenso perdido.
Camila Perochena
Periodista
Doctora y profesora en Historia
Magister en Ciencia Política
Publicado en el diario “La Nación”