Por Diego Julio Martínez, consejero General de Cultura y Educación de la PBA
En estos días hemos sido protagonistas de un intenso debate público alrededor de los resultados de las pruebas ERCE de UNESCO. Para la Argentina el deterioro de los resultados en estas evaluaciones es un recorrido por los años 1997/2006/2012/2019 que preocupa, no sorprende, y exige soluciones.
Las pruebas estandarizadas son una herramienta muy útil para comparar, un dato duro que permite tomar dimensión del nivel de aprendizaje de los alumnos. El resultado de estas pruebas no profundiza acerca de cómo se enseña, ni describe las condiciones en que se desarrolla la actividad educativa en cada establecimiento, para tener en cuenta estos aspectos se requieren evaluaciones cualitativas que contemplen esas circunstancias.
Por lo tanto y como primera conclusión no hay ningún tipo de incompatibilidad entre ambos tipos de evaluaciones, de hecho un ministro responsable, con los resultados de pruebas estandarizadas sobre su escritorio, en vez de buscar culpables debería proponer esquemas de trabajo que promuevan el estudio más profundo acerca de qué le pasa al sistema educativo argentino.
La racionalidad no es compatible con el populismo, la reacción de las autoridades educativas fue buscar un “culpable” en este caso el presidente Macri, que por supuesto no es lo mismo que la búsqueda de la verdad. Las pruebas ERCE no miden gestiones de gobierno, interpelan al sistema educativo, son intertemporales con ejecuciones cada 6 o 7 años, y están estipuladas en torno a la idea de ciclo lectivo, si bien como argumenta Mónica Marquina https://www.nuevospapeles.com/nota/los-resultados-de-las-pruebas-educativas-unesco , las
comparaciones entre las pruebas ERCE no son fáciles, hay una conclusión contundente: la posición de Argentina en torno al promedio ha desmejorado, razón más que suficiente para valorar el dato, explorar alternativas y comenzar a trabajar.
Otro inconveniente que se incorpora al análisis es el de la inversión educativa, es muy interesante lo que sucede al respecto. Mis colegas que adhieren al kirchnerismo educativo tienen una grave contradicción en este punto, en términos generales rechazan las pruebas estandarizadas, sin embargo son fanáticos del dato duro presupuestario, repasemos:
1. No hay una correlación directa entre inversión educativa y resultados. Argentina es una buena muestra al respecto, desde la sanción de la Ley de financiamiento educativo en 2005 hasta la actualidad, los resultados en las pruebas internacionales y en Aprender ponen en debate esa correlación.
2. ¿Cómo medir la inversión educativa? Para dimensionar la inversión en el sistema obligatorio, la mirada focalizada y precisa debe ubicarse sobre las 24 jurisdicciones que tienen a cargo las escuelas. El fallo de la Corte Suprema de Justicia que obligó al Poder Ejecutivo Nacional devolver en 2016 el 15% de la coparticipación a las jurisdicciones explica el cambio presupuestario, con más fondos a las provincias por esta vía y disminución de los programas nacionales del MEN.
3. El análisis de los datos en las provincias y en CABA debe contemplar alguna otra consideración sobre la inversión. Las actuales restricciones económicas del país ameritan este punto, es importante mantener, desarrollar y expandir servicios, ahora bien, no todos son estratégicos ni prioritarios. La sábana corta del presupuesto requiere definir prioridades por nivel educativo, modalidad e incluso cuestiones sobre infraestructura. Por ejemplo, en la provincia de Buenos Aires, donde se concentra el 40% de la matrícula de los tres niveles
educativos obligatorios, la inversión en salarios supera en promedio durante los últimos diez años el 95% del presupuesto educativo. El análisis de la inversión se concentra exclusivamente en la pauta salariar de cada año, resultando esta única variable insuficiente para revertir resultados.
La conversación sobre el problema educativo requiere de mejores modales, apertura y comprensión de la importancia del tema en el marco de un verdadero diálogo. En la presentación de las pruebas Aprender 2021, el Ministerio de Educación subestimó la importancia de las mismas e inclusive en la presentación las adjetivan diciendo “que el 1 de diciembre se aplicará en todas las escuelas primarias del país la evaluación estandarizada
Aprender 2021.”
Los desafíos educativos del país son parte de ese profundo debate que nos debemos como sociedad, ¿queremos integrarnos al mundo o queremos discutir al mundo? Estoy convencido que el plan que requieren nuestros alumnos es global, para que sus aprendizajes les permitan ser protagonistas activos del progreso, con inserción y articulación de nuestro sistema educativo. Es necesario entender dónde estamos para revertir la decadencia.
La otra opción es discutir las pruebas, denunciar el capitalismo global y realizar evaluaciones educativas comparadas con los pueblos bolivarianos (Bolivia, Venezuela y Nicaragua). Bienvenidos a este nuevo debate en el cual es indispensable sincerar nuestras posiciones.