
“Fue ejemplo de transparencia, honestidad y austeridad”, recordó el presidente del Comité Provincia, Maxi Abad, al cumplirse 41 años del deceso del expresidente de la Nación, Arturo Umberto Illia.
Cada vez que emerge la figura de Illia surge en las consideraciones la decencia, el hombre proclive al diálogo y el gestor de un gobierno que provocó grandes transformaciones para el país.
“Ejerció el respeto por las normas del Estado de derecho y la convivencia democrática, además de un auténtico estadista”, recordó en su momento el historiador Diego Barovero.
“Su gobierno impulsó un claro proceso de nacionalismo económico (anulación de contratos petroleros lesivos de la soberanía, Ley de Medicamentos), la defensa de los intereses de los sectores populares asalariados (Ley del Salario mínimo, vital y móvil, mayor participación en la distribución de la renta nacional), la mayor inversión presupuestaria en educación, ciencia y tecnología (25% del Presupuesto Nacional) y una política exterior de firme contenido antiimperialista, americanista y de autodeterminación de los pueblos. También logró el máximo éxito diplomático en la causa de las Islas Malvinas a través de la Resolución 2065 de la ONU”, señaló el presidente del Instituto Yrigoyeneano.
Illia nació en Pergamino el 4 de agosto de 1900. Luego se trasladó a Buenos Aires, estudió en la Universidad de Buenos Aires donde se recibió de médico en 1927. Al año siguiente conoció a Juan Hipólito Yrigoyen que le ofreció desempeñarse como médico ferroviario, eligiendo Cruz del Eje, Córdoba, para cumplir su tarea.
Luego desarrolló su actividad política que lo llevó a la presidencia en 1963, previo paso por la senaduría provincial, entre 1936 y 1940, y la vicegobernación cordobesa secundando a Santiago Horacio del Castillo, entre 1940 y 1943. Además, fue diputado nacional entre 1948 y 1952, y en 1962 resultó electo gobernador, que no pudo ejercer por el derrocamiento de Arturo Frondizi. Sin embargo, Illia logró un posicionamiento importante que derivó en la candidatura presidencial en 1963 por la Unión Cívica Radical del Pueblo, accediendo a la Casa Rosada al vencer a Oscar Alende, de la Unión Cívica Radical Intransigente, y al teniente general Pedro Eugenio Aramburu, candidato de la oficialista Unión del Pueblo Argentino y del Partido Demócrata Progresista; y a otros postulantes como el socialista Alfredo Lorenzo Palacios.
Illia siempre será recordado por sus logros y, a su vez, por ser el hombre humilde que tomaba sol en Plaza de Mayo sentado en un banco, su austeridad y honestidad, y los valores republicanos.
El 29 de junio de 1966 fue derrocado por un movimiento encabezado por el teniente general Juan Carlos Onganía. Resistió con su mejor arma: la palabra, hasta que al salir de la Casa Rosada subió a un taxi y se dirigió a la casa de su hermano en Martínez, y finalmente a Cruz de Eje.
El corolario de vida política fue renunciar a la pensión de Presidente, retornando a su profesión de médico y atendiendo la panadería de un amigo. Falleció el 18 de enero de 1983.