Una biografía diría: “Arturo Umberto Illia, político argentino, nació el 4 de agosto de 1900. Fue presidente de la República entre 1963 y 1966. Realizó sus estudios secundarios en una institución salesiana y se graduó como doctor en medicina en la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad de Buenos Aires…”
Pero la historia de Illia está dada por la riqueza inigualable de su honestidad, la humidad y los valores democráticos.
A 122 años de su natalicio, se recuerda lo ocurrido en 28 de junio de 1966, cuando los militares se apersonaron para indicarle que debía abandonar el despacho. “El comandante en jefe de las Fuerzas Armadas soy yo”, les respondió.
Finalmente, cuando solo le quedó retirarse estaba rodeado por sus colaboradores. Al llegar a la calle, y carecer de un automóvil –el suyo lo había vendió durante su presidencia- subió a un taxi y se dirigió a la casa de su hermano en Martínez. Se había consumado el golpe “Revolución Argentina” que ubicada a Juan Carlos Onganía, en la presidencia, un nuevo gobierno de facto, ante la impávida respuesta de la gente.
Además de su humildad, su acción de gobierno se caracterizó por los inmediatos y notorios resultados en la transformación de la Argentina, en tan solo dos años y ocho meses que duro su presidencia.
¿Qué dejó como saldo su gestión?
*La anulación de los contratos petroleros celebrados durante la presidencia de Arturo Frondizi, que ponían en serio riesgo la soberanía nacional.
*El presupuesto para la educación: en 1963, su participación era del 12%, en el año 1964 del 17%, en el año 1965, del 23%.
*El Plan Nacional de Alfabetización, cuya tasa de analfabetismo superaba el 10% de la población adulta, llegando a contar con 12.500 centros de alfabetización que albergaban a 350 mil alumnos, entre 18 y 85 años de edad.
*Fuerte impulso a las universidades, llegando a graduarse en su gobierno, solo en la UBA, 40.000 alumnos.
*La Ley del salario mínimo, vital y móvil, y la constitución del Consejo del Salario integrado por representantes del Gobierno, los empresarios y los sindicatos. De esta manera se evitaba la explotación de los trabajadores en aquellos sectores en los cuales podía existir un exceso de mano de obra, aseguraba un ingreso mínimo adecuado y mejoraba los salarios de los trabajadores más pobres.
*La Ley de Abastecimiento, que controlaba los precios de la canasta familiar y la fijación de montos mínimos de jubilaciones y pensiones.
*La Ley Oñativia de política de precios y de control de medicamentos, congelando los precios a los vigentes a fines de 1963, y limitando la realización de pagos al exterior en concepto de regalías y de compra de insumos. También incluía un análisis de costos que permitió detectar muchos medicamentos que no eran fabricados con la fórmula declarada por el laboratorio y su precio excedía en un 1000% al costo de producción.
*El fomento de la ganadería, con préstamos para incentivar las inversiones en su producción en momentos que la actividad padecía un fuerte deterioro.
*La disminución de la deuda pública e impulso a la industrialización, con férreo control sobre las empresas del Estado.
*El Producto Bruto Interno pasó del -2,4% en 1963 al 10,3% en el año 1964 y el 9,1% en 1965.
*El gran despegue el Producto Bruto Industrial: de -4,1% para el año 1963, al 18,9% en 1964 y el 13,8% en 1965.
*La disminución de la deuda externa de 3.400 millones de dólares a 2.600 millones.
*El crecimiento del salario real horario entre diciembre de 1963 y diciembre de 1964 un 9,6%. La desocupación pasó de 8,8% en 1963 a 5,2% en 1966.
Su deceso se produjo el 18 de enero de 1983 en Cruz del Eje, Córdoba, residiendo en una casa sencilla y humilde, su única casa. Y pasó a ser el único presidente de la Argentina que no aceptó la jubilación de privilegio, porque para ser honrado “hay que serlo, no parecerlo”, e Illia lo fue.